Otro de los temas abordados fue el Complejo Branquial, enfermedad que ha estado aumentando su presencia y generando preocupación tanto en Chile como en otros países productores.
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A fines de 2018, ADL Diagnostic Chile llevó a cabo el seminario internacional denominado “Nuevas herramientas para desafíos emergentes”. En dicho encuentro, se presentaron tres materias sanitarias de importancia: la posverdad de la resistencia bacteriana en salmones en Chile; la existencia de cepas de Renibacterium salmoninarum (BKD) con virulencia diferenciada; y los desafíos en relación a la Enfermedad del Complejo Branquial en Chile.
A poco más de un mes desde su realización, los expositores repasaron lo más relevante de cada una de esas tres charlas, que continuamente estarán en la agenda de este nuevo año.
De la ponencia del Dr. Marcos Mancilla, director científico de ADL, que llevaba por título “La Posverdad de la resistencia a los antibióticos en la acuicultura: El caso chileno”, se destaca que la resistencia a los antibióticos es una amenaza global a la salud de la población. No obstante, la contribución de los distintos reservorios y condicionantes al problema no está aclarada.
A partir de una extensa revisión bibliográfica, se identificaron las tres principales fuentes de riesgo de resistencia bacteriana: 1) la exposición previa a los antibióticos (que la persona haya recibido previamente terapias), 2) las enfermedades subyacentes (ejemplo diabetes, enfermedades crónicas debilitantes) y 3) las cirugías invasivas; todas circunscritas al reservorio humano.
De acuerdo con el Dr. Mancilla, las estimaciones actuales indican que los antibióticos utilizados en producción animal juegan un rol muy minoritario. “Estudios llevados a cabo por ADL sirven de ejemplo e indicador de que la transmisión de genes de resistencia en el ambiente marino no es tan común como se cree. Por lo tanto, determinar o atribuir una fuente de origen es muy especulativo y responde más bien a intuiciones más que a evidencia irrebatible”, afirma, añadiendo que trabajos científicos con información no concluyente, así como también organizaciones no gubernamentales (ONGs), pero principalmente algunos medios de prensa, han instalado una percepción errada de la inocuidad alimentaria de los productos derivados de la acuicultura en Chile.
“Esta posverdad del problema de la resistencia antimicrobiana genera impactos negativos en la industria, tanto económicos como de imagen, que a la larga pueden propiciar cambios regulatorios con consecuencias difíciles de predecir. Obviamente estamos preocupados de esta relevante materia y contribuimos con nuestros estudios para reducir la incertidumbre y favorecer la toma de decisiones fundadas, pero consideramos importante manifestar que esta industria en los medios se muestra como la responsable o el actor que más contribuye a la resistencia bacteriana, lo que está alejado de la realidad o al menos no existe base científica alguna que lo confirme”, asegura el investigador de ADL.
Por otro lado, la presentación de Harry Bohle, TM MSc Bioinf, titulada “¿Existen diferencias importantes de virulencia entre las cepas de BKD? Evidencias genómicas y fenotípicas”, analizó la existencia de un estudio colaborativo entre ADL y Aquainnovo que logró estandarizar los bioensayos de desafío experimental para BKD y, al mismo tiempo, permitió caracterizar la virulencia de cinco cepas de Renibacterium salmoninarum.
En dicho estudio, ADL utilizó secuenciamiento masivo de segunda y tercera generación para obtener los genomas completos de cuatro cepas, dos de alta virulencia y dos de baja. “El análisis de los factores de virulencia de R. salmoninarum muestran la capacidad de invadir a su hospedero, logrando romper las uniones intercelulares, procesar y utilizar los nutrientes y evadir la respuesta inmune en el torrente sanguíneo. Otra habilidad especial de R. salmoninarum es la capacidad de sobrevivir en el interior de los macrófagos, impidiendo la destrucción por parte de los intermediarios oxigenados y nitrogenados reactivos y la capacidad de nutrirse del mismo macrófago”, explica Bohle, agregando que R. salmoninarum genera inmunosupresión modulando negativamente la transcripción y traducción de citoquinas que participan en la inflamación de fase aguda y la degradación de inmunoglobulinas y complemento. Todas estas características permiten a esta bacteria invadir y persistir en el hospedero por mucho tiempo.
Por otro lado, el análisis de variantes entre las cepas de alta y baja virulencia mostró siete factores de virulencia con mutaciones que podrían explicar las diferencias de virulencia observadas. “En la actualidad, dichos marcadores genéticos están siendo utilizados para distinguir cepas de alta y baja virulencia para efectos diagnósticos, contribuyendo al proyecto que ADL se ha adjudicado hace poco más de tres meses, el cual busca generar un prototipo de vacuna viva atenuada contra BKD”, complementa Bohle.
Finalmente, el médico veterinario especialista Patricio Bustos expuso la charla titulada “Enfermedad del Complejo Branquial en Chile: Actualización y desafíos”, señalando que las enfermedades branquiales constituyen hoy uno de los principales desafíos en el cultivo de salmón Atlántico en mar, no solo en Chile sino en todos los países productores, pudiendo causar pérdidas significativas.
Hace poco esta condición patológica se denominaba Enfermedad Proliferativa Branquial (PGD, por sus siglas en inglés), pero debido a factores epidemiológicos su nombre cambió a Enfermedad del Complejo Branquial (Complex Gill Disease, CGD). Existen serias dificultades para reproducir la enfermedad en experimentos de desafío, lo que puede deberse a más de un agente y/o factor que al interactuar son capaces de desencadenar la enfermedad como consecuencia de una variada gama de insultos ambientales, patogénicos y prácticas de manejo, por esto se asume que es multifactorial. En consecuencia, esta enfermedad está asociada a causas infecto-parasitarias, así como a causas no infecciosas, como fitoplancton, zooplancton (medusas, larvas zoeas y cnidarios) y organismos del biofouling adheridos a las redes. Para el caso de agua dulce, se debe sumar a esta lista el efecto de los metales pesados sobre las branquias.
“En Chile, vemos con preocupación un aumento en la frecuencia e impacto de las enfermedades branquiales en la última década, especialmente en los últimos cinco años, en donde las alteraciones más prevalentes son hiperplasia epitelial y trastornos vasculares (aneurismas o telangiectasia, edema, trombosis), y menos importante necrosis y degeneración hidrópica; esta última predominantemente en agua dulce. No existe certeza de cuál es la causa precisa que desencadena este cambio de tendencia, sin embargo, hay varios factores que en su conjunto interactúan generando trastornos branquiales, entre estos el fenómeno de El Niño, el cambio climático, floraciones algales nocivas, bajas de oxígeno y factores de riesgo asociados al manejo (lavado de redes in situ, baños con antiparasitarios, entre otros)”, detalla Bustos.
Las causas de CGD en Chile y Noruega (incluso Escocia) son bastante distintas. En Chile, predominan dos principales etiologías: amebiasis branquial (Paramoeba perurans) y especialmente organismos provenientes del ambiente (fitoplancton nocivos y/o zooplancton) asociado o no a eventos ambientales naturales adversos; mientras que en Noruega la etiología se concentra en los agentes infecciosos (bacterias y virus) y parasitarios, en estos últimos el principal es Paramoeba perurans (amebiasis branquial), el cual ha tenido un aumento notable en la diseminación geográfica. En Chile, dentro de esta complejidad, la buena noticia es que no se han detectado una variedad de agentes infecciosos que están descritos en Noruega.
“Esta enfermedad (CGD) incluye un amplio rango de signos clínicos que solían presentarse casi exclusivamente en verano hasta mediados de otoño (diciembre a abril), sin embargo, actualmente los problemas se presentan durante todo el año, con diferencia de intensidad y frecuencia. En nuestro país, debemos contar con información detallada y objetiva de CGD e integrar las múltiples variables. De esta forma podremos entender mejor esos fenómenos y generar estrategias de mitigación más eficaces”, concluye Patricio Bustos.